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domingo, 15 de abril de 2012

Turistas extranjeras denuncian falsas violaciones para cobrar el seguro de viaje

Permanece en la sala de espera, charlando animadamente con una amiga, mientras aguarda a ser examinada por dos facultativos. Incluso bromea. No aparenta estado de 'shock', nerviosismo o ansiedad, pese a que, según refiere, ha sido violada. La imagen la reproduce un médico que ha atendido decenas de agresiones sexuales. «A veces tienes la convicción de que te están mintiendo y, cuando te muestra el papel del seguro, intuyes que lo que busca es cobrar la indemnización. El problema es probarlo», asegura.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado han investigado en Málaga varias denuncias de turistas extranjeras que tenían todos los visos de ser falsas y cuya finalidad, por los indicios recabados, sería exprimir el seguro de viaje. «Parece que en algunos casos se incluye una prima así como la devolución del billete por supuestos de este tipo, con lo cual las vacaciones le salen gratis», comenta un facultativo que ha tenido delante de él en un par de ocasiones una póliza de estas características.
Varias fuentes consultadas tanto del ámbito policial como médico aseguran que el fenómeno, aún incipiente, empezó a detectarse en la Costa del Sol hace aproximadamente tres años. «Hubo una cadena de denuncias sospechosas en un mismo verano, y se planteó la posibilidad de que tuviesen una motivación económica», dice otro especialista.
Para los investigadores, el primer síntoma que apunta en la dirección de una denuncia falsa es el testimonio de la supuesta víctima, que en estos casos suele resultar anodino o inverosímil, además de que, por lo general, no recuerda nada del autor o autores de la agresión sexual. «El sentido común es el que te dice que la denuncia puede no ser cierta», comenta un mando del Instituto Armado. «Puede ocurrir -añade- que el relato de los hechos sea más o menos creíble, o que no pueda ordenarlo cronológicamente».
Apertura de diligencias
En cualquier caso, el agente habla de «sensaciones subjetivas», que raramente se traducen en la apertura de diligencias por simulación de delito, aunque haya casos en los que los instructores policiales tienen «serias dudas» y sospechan que la finalidad es económica, esto es, para cobrar la póliza. «Es muy difícil de probar, y más en casos donde no hay testigos. Demostrar que algo no ha sucedido es más complicado que averiguar algo que sí ha pasado», apostilla el agente de la Benemérita.
Otro indicador que puede sugerir la falsedad de la denuncia es la ausencia de lesiones y de pruebas de la agresión. «En ocasiones se empieza a sospechar cuando no se aprecian signos de violencia, pese a que la víctima refiere haber sido violada, ni tampoco se encuentran restos biológicos», cuenta otro facultativo especializado en este tipo de casos. «A veces, incluso, son reacias a someterse a una exploración».
Aparte de la dificultad para probar la falsedad está el hecho de que, cuando los agentes empiezan a investigar el caso, las supuestas víctimas -por lo general, jóvenes de entre 19 y 25 años- ya se han marchado de España. «Las denuncias que despiertan más sospechas son las que se ponen 48 horas después de que haya ocurrido la presunta agresión sexual -lo que impide obtener restos biológicos que prueben el delito- y 24 horas antes de coger el vuelto de regreso a su país», comenta un médico.
«El problema -indica otro especialista en la materia- es que el caso queda en el limbo si no se puede probar la falsedad hasta que el juzgado, al cabo de un tiempo, decide archivarlo ante la ausencia de autor o autores conocidos». Lo que ocurre es que, para entonces, el dinero del seguro ya ha volado.

11.04.12
Diario Sur